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El progreso no es igual para todos: Angus Deaton y la desigualdad en el desarrollo

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El Gran Escape. Salud, riqueza y los orígenes de la desigualdad es un libro escrito por Angus Deaton, reconocido economista británico y Premio Nobel de Economía del año 2015. En la obra, a través de un repaso histórico, Deaton indaga acerca de cómo es que se ha ido estableciendo la relación que existe entre el progreso de los países y la desigualdad que subsiste entre ellos. Y es que, para el autor, ambos fenómenos tienen un mismo correlato y han venido retroalimentándose viciosamente por varios años.

Para ilustrarlo, Deaton detalla la mejora que la humanidad ha tenido en lo que respecta a los estándares de vida, puesto que hoy en día son muchos más altos que hace un siglo. En base a ello, hace un símil con una película que lleva el mismo título del libro, que trata acerca de la huida de decenas de prisioneros de una cárcel alemana durante la Segunda Guerra Mundial. Al igual que aquellos reclusos, las personas desde hace más de un siglo han ido saliendo de aquellas «cárceles» (como la pobreza, la privación y la salud precaria) que les impiden tener una buena calidad de vida.

Por ende, la libertad, entendida como la capacidad de elegir y vivir una nueva vida y realizar las cosas que hacen que valga la pena vivir, ha sido uno de los fines más añorados que ha podido ser conseguido gracias a los grandes esfuerzos, individuales o compartidos, que los hombres y las mujeres desempeñaron varias décadas atrás. De esta manera, Deaton desarrolla dos aspectos ligados al bienestar en los que considera que ha habido mejoras sustanciales en relación al pasado. En la primera parte del libro, abarca el tema de la salud, mientras que en la segunda parte el autor describe los cambios en torno a los estándares de la vida material y sus implicancias en la pobreza.

Sin embargo, Deaton reconoce que estas historias de mejora tienden a ocultar a los que se quedaron atrás y que aún siguen sobreviviendo en “prisiones” debido a la escasez de recursos y a la poca capacidad de mejora en cuanto a la salud. Las razones detrás de esta desigualdad en el progreso son abordadas por el autor, pero de por sí se puede señalar que, lamentablemente, estas siempre han estado presentes en los grandes episodios de progreso humano de los últimos 250 años. Y si bien esta desigualdad, en un primer momento, se dio principalmente a nivel internacional entre países, luego de años de crecimiento y desarrollo, incluso los países más prósperos evidenciaron graves brechas internas. Una buena razón de ello es que las tasas de crecimiento han ido moderándose, y a pesar de que unos están mejor que antes, Deaton explica que hay diversas preocupaciones que los afligen y les impide alcanzar un buen grado de bienestar.

Es cierto que hemos mejorado y que el escape de las privaciones continúa hasta ahora, pero no es menos cierto que “no hay nada que diga que deba continuar eternamente”. Hay muchas amenazas latentes, como el cambio climático, los errores políticos, las epidemias y las guerras, que podrían acabar con el progreso que en general estamos viviendo. Es más, para el autor, los que hemos sido afortunados de haber nacido en los lugares “correctos”, los que gozamos de privilegios, como el de recibir educación de calidad, “tenemos una obligación moral de ayudar a reducir la pobreza y la mala salud en el mundo”. Es por ello que, en la última parte del libro, Angus Deaton argumenta acerca de lo que se debe y, más importante según él mismo, de lo que no se debe hacer.

En suma, se trata de una obra que detalla, de forma clara, aquella “danza sin fin”, como lo señala el autor, entre el progreso y la desigualdad. Se exponen las relaciones que terminan siendo obstáculos para un desarrollo pleno y, por eso mismo, se dan las condiciones que deben ser revertidas a fin de que todas las personas consigan un buen nivel de bienestar. Con ello, Angus Deaton invita a los lectores a ser más críticos de la actual situación que vivimos y da caminos a seguir para cambiar los modelos que laceran la meta de alcanzar un progreso humano, de modo que no se pierda en promedios, sino que llegue a todos, en especial a aquellos que aún continúan bajo los grilletes de la miseria y de la falta de oportunidades.

 
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