Las medidas de política económica adoptadas por el gobierno chino, generaron gran incertidumbre en los mercados de todo el mundo, por lo que muchos analistas y expertos han comenzado a advertir de los efectos de la transición del gigante asiático.
Según una célebre premisa de la teoría del caos, el aleteo de una mariposa en Japón puede causar una tormenta en Nueva York. Y no es descabellado revisar esas proposiciones teóricas, ya que las dudas sobre china pueden causar tsunamis en todas las partes del mundo. En las ultimas semanas se evaporaron miles de millones de dólares de los mercados financieros mundiales. Desde junio la bolsa de Shanghái a caído 35%, generando muchas preocupaciones entre los hombres más ricos de China y en millones de pequeños inversores que cotizan y vieron esfumarse sus ganancias (aproximadamente 90 millones de chinos).
Es lógica la preocupación al tratarse de la segunda economía mundial, aquella que aporta el 15% de la economía mundial y que genera un efecto arrastre en muchas economías periféricas y a los sectores financieros de todo el mundo. A mediados de agosto el Banco Popular de China devaluó en casi un 4% el yuan o renminbi, la divisa nacional. Es una medida que devuelve competitividad a las exportaciones, que en julio retrocedieron un 8,3%. Algunos analistas lo interpretaron como un intento desesperado de apuntalar una economía en peores condiciones de lo que se creía. La devaluación “representa una liberalización hacia un tipo de cambio más flexible y determinado por el mercado, no la desesperación sobre el crecimiento”, sostienen en un informe presentado esta semana los analistas de Nomura, que se alinean así con los argumentos del Gobierno chino. “China aún tiene un amplio margen de maniobra mediante medidas fiscales y monetarias más convencionales, lo que significa que un aterrizaje forzoso no es algo tan claro o inmediato como los mercados temen ahora mismo”.
Sumado a esto que el modelo económico chino está en un proceso de transición hacia un cambio. El antiguo modelo, basado en las exportaciones y en la inversión en infraestructuras, está agotado después de 40 años de rápido crecimiento. Aumentan los salarios y la política demográfica empieza a afectar a la disponibilidad de una mano de obra que parecía inagotable. El gasto fiscal y el derroche de liquidez han generado una burbuja inmobiliaria y un manifiesto exceso de capacidad.
Fuente:
BBC,