Económica

BCRP: Una autonomía prestigiosa

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Sin lugar a duda, el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) es una de las instituciones más prestigiosas que tiene nuestro país. Ello es reconocido no solo a nivel local, sino también a nivel mundial. Este reconocimiento se debe, en gran medida, a la autonomía con la que trabaja. Además, el eficiente trabajo que viene haciendo ya desde hace más de 20 años, manteniendo la inflación en niveles dentro de sus metas, hace que la confianza que se tiene en ella sea de las mejores.

En estos últimos meses la fortaleza macroeconómica que el Perú tiene ha sido nombrado gran cantidad de veces. Sin titubeos, una de las razones de dicha fortaleza se debe a la labor que el BCRP realiza a diario: mantener la estabilidad monetaria. Gracias a ello las personas podemos adquirir bienes cuyos precios no se disparan de un día para otro, incluso de un año a otro, como sí sucedió en los años 80’s. ¿Qué sucedía antes – que ahora no – para que la inflación llegara a niveles altos? Quizás la pregunta correcta sería qué no sucedía. Hagamos un pequeño recuento de la historia del Banco.

El BCRP fue creado el 9 de marzo de 1922 como consecuencia de la necesidad de tener una institución que pueda regular la moneda. Inicialmente sus objetivos eran las de adecuar la cantidad de circulante a la demanda de dinero, proporcionar financiamiento al gobierno, y actuar como prestamista de última instancia ante los bancos privados. Además, el directorio estaba conformado en su mayoría por integrantes que respondían a los intereses de los bancos comerciales. Todo ello favoreció a los bancos comerciales y debilitó la capacidad de respuesta del BCR para enfrentar entornos adversos. Efectivamente, desde sus inicios el Banco no era una institución autónoma en ningún sentido.

Más adelante, a pesar de que en la nueva ley orgánica del Banco de 1962 se introdujera en su primer artículo que «El Banco es institución autónoma y le corresponde regular el volumen de crédito bancario y administrar las reservas internacionales oficiales del país», la dependencia hacia el sector público se mantenía para su financiamiento. Años después, en 1968, se produjeron cambios en la ley orgánica que agravarían aún más la dependencia del BCR hacia el gobierno. Así, por ejemplo, todos los miembros del directorio fueron nombrados por el gobierno y este dictaba metas de expansión de crédito por sectores. Evidentemente, la «autonomía» solo fue un saludo a la bandera.

La constitución de 1979 buscó dar mayor autonomía al BCR. Así, en el texto final de la Constitución se reconoció la existencia del Banco Central de Reserva del Perú como «una persona jurídica de derecho público con autonomía dentro de la ley». No obstante, nuevamente la autonomía quedó solo en el papel, pues no se prohibió el financiamiento al fisco para cubrir sus déficits. Es así como se llegó a tener la gran hiperinflación ya conocida por la historia.

En 1990, el nuevo gobierno buscó medidas para reformar el sistema económico nacional y reducir la tasa de inflación. De esta manera, tanto la nueva Ley Orgánica del Banco de 1992 como la Constitución Política del Perú de 1993 le dieron al BCR la autonomía efectiva que necesitaba para poder actuar de manera eficiente. Además, su única finalidad pasaría a ser la de estabilidad monetaria. Es desde entonces que el BCR puede trabajar sin las presiones del gobierno de turno, a pesar de que este nombre al presidente del directorio (quien debe ser ratificado por el Congreso de la República).

Con esta breve historia del BCRP podemos observar la necesidad de que la esta institución sea autónoma. La literatura económica resalta el concepto de autonomía (o independencia) para referirse al blindaje que tienen los bancos centrales respecto de las decisiones de los otros poderes del Estado. Sin esta autonomía, típicamente se produciría un sesgo inflacionario debido a la multiplicidad de objetivos que van más allá de la estabilidad de precios o el financiamiento del déficit fiscal a partir de los préstamos del banco central. Asimismo, podemos diferenciar dos tipos de autonomía; una legal y la otra efectiva. La autonomía legal se da cuando las instituciones responden a las leyes que la rigen, tanto en su Ley Orgánica como en la Constitución; esta se puede dar como no. Mientras que la autonomía efectiva se da en la práctica, en los hechos. Es decir, no solo está estipulada en las leyes, sino también se cumplen sin interferencia de alguna otra institución u organismo del Estado.

Entonces, volviendo a la pregunta inicial de qué es lo que no sucedía antes que ahora sí, la respuesta corta es que antes no existía una autonomía efectiva del Banco como sí lo hay ahora. Hasta antes de la última década del siglo pasado, el BCR respondía a intereses del Gobierno, a pesar de tener autonomía legal. Desde entonces, hasta la actualidad, el Banco goza de autonomía efectiva. Ello conduce a tener más confianza en la institución, pues se evita la denominada inconsistencia dinámica. Es decir, cuando el BCR promete alcanzar una determinada meta de inflación, esta es muy creíble porque lo cumple. Si no fuese así, si el Banco promete una meta pero esta no se cumple, en un fututo se dudaría de la promesa y, por lo tanto, se vuelve menos creíble su palabra.

En conclusión, la autonomía efectiva del BCRP es reconocida como prestigiosa, pues genera una confianza hacia la institución que es muy difícil de romper. Gracias a ella, la autoridad monetaria puede innovar en políticas corriendo poco riesgo. Además, permite que pueda cumplir de manera eficiente su función de estabilidad monetaria.

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Fuentes:

BCRP (1) y (2)

Revista Moneda, BCRP (3)

Revista Moneda, BCRP (4)

 

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