Hoy en día es posible encontrar un McDonalds o un Starbucks en cualquier parte del mundo debido a la globalización. Pero ¿este es un fenómeno perjudicial para los países? ¿los países en desarrollo pueden sacar provecho de éste?
Brujas fue alguna vez una próspera ciudad europea ubicada junto al río Zwin. Su riqueza se basaba en que era el centro del comercio en Europa del norte, pero en el siglo XV el río Zwin comenzó a sedimentarse. Las embarcaciones ya no podían navegar en el río, por lo que el comercio se trasladó a la ciudad de Amberes. Brujas rápidamente entró en declive, mientras que Amberes se convirtió en la nueva potencia económica de Europa Occidental. Las historias de estas dos ciudades europeas dejan como lección que establecer vínculos comerciales puede conducir a la riqueza.
Ventaja comparativa
La ventaja comparativa es la base en la que se fundamenta el comercio internacional, la cual fue desarrollada por David Ricardo hace ya casi 200 años. Para entender la aplicación de este concepto, observemos que los salarios de los obreros chinos son más bajos que la del estadounidense lo que permite que en China se puedan producir bienes mucho más baratos. Para proteger sus industrias, supongamos que Estados Unidos establece un impuesto a los muebles chinos o prohíbe su ingreso. Los beneficiados serán los fabricantes de muebles de Estados Unidos, pero el ciudadano promedio que quiere comprar un mueble se ve perjudicado ya que tendrá que pagar un mayor precio o se quedara sin comprarlo si es que es demasiado caro. Estados Unidos no debería preguntarse si acaso producen muebles más baratos que China, sino debería producir aquello en lo que es más eficiente.
Un temor difundido es que el comercio exterior pueda destruir todos los puestos de trabajo de un país, y que solo se importe productos mientras no se exporta nada. Pero hay que tener en consideración que un país extranjero nos vende productos solo si tenemos con qué pagarlo. Para que exista comercio internacional, un país debe ser capaz de exportar productos para con el dinero obtenido poder importar otros productos. Si bien no todos los empleos locales serán destruidos, el comercio internacional sí puede perjudicar a ciertas industrias locales que no podrán competir contra los productos extranjeros. La solución sería alentar a que las personas que pierdan sus empleos adquieran nuevas habilidades y se vuelvan a emplear en aquellos sectores donde el país tiene ventajas comparativas.
El problema del ambiente y de la pobreza
Otros dos problemas al que se le acusa a la globalización de causar son la destrucción del medio ambiente y la explotación de los pobres mediante trabajos explotadores.
En el caso del medio ambiente, se arguye que las empresas internacionales buscan instalar sus operaciones en países con pocas regulaciones medioambientales para así abaratar sus costos. No obstante, en los países pobres se suelen producir productos como ropa, juguetes o productos agrícolas los cuales para su fabricación no se contaminan tanto como sí lo sucede con la producción de productos químicos. Esta última clase de productos requieren de mano de obra altamente calificada, infraestructura adecuada y estabilidad política; y estos requisitos se cumplen en los países más desarrollados. Entonces no resulta creíble que se arriesgue la producción para ahorrar dinero en costos medioambientales. Además, las últimas tecnologías son las que más menos contaminan y al mismo tiempo son más baratas.
En vez de prohibir las inversiones extranjeras o el comercio, una forma de combatir la contaminación de forma directa es mediante impuesto sobre externalidades. En este caso específico, las empresas contaminantes son las que disminuyen el bienestar de la población (externalidad negativa), acción por la cual deberían pagar un impuesto. Así se incentiva la implementación de métodos menos contaminantes para la producción o el transporte de mercancías.
Muchas compañías multinacionales son acusadas de someter a sus empleados de países no desarrollados a trabajar en precarias condiciones: jornadas laborales extensas y bajos salarios. Pero los trabajadores acuden voluntariamente a trabajar a estas fábricas denominadas sweatshops, lo que significa que sus otras opciones son peores. Países como Corea del Sur recibieron a empresas multinacionales y de a pocos se han enriquecido. A medida que más empresas se instalaban, tuvieron que competir por los trabajadores lo que generó un aumento de los salarios para atraer a los mejores empleados. Cerrar todos los sweatshops solo causará que sus trabajadores se vean empujados a vivir en peores condiciones. Son varios los países en desarrollo cuya calidad de vida de sus ciudadanos ha mejorado con el tiempo, siendo el comercio internacional uno de los muchos factores que contribuyeron en dicho avance.
Fuente:
HARFORD, Tim
2007 El economista camuflado. Primera edición. México DF: Editorial Planeta, pp. 241 – 272.