Económica

Corea del Sur: la fábula perfecta de un país próspero

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¿Por qué Corea del Sur disfruta de una economía próspera, mientras que Corea del Norte padece en la pobreza? El milagro surcoreano es objeto de estudio por sus afamados resultados; por ello, en el siguiente artículo, comentamos cómo una paupérrima nación se transformó en una de las economías más importantes del mundo.

Desde 1945, cada 15 de agosto, la República de Corea y la República Popular Democrática de Corea celebran, como si de un solo país se tratase, el día de la liberación del dominio japonés. Esta fecha también puede recordarse como el punto partida de la divergente ruta que tomarían ambas naciones. ¿Qué factores generaron la diferencia entre ambos países? ¿Por qué Corea del Sur disfruta de una economía próspera, mientras que los ciudadanos, al norte del paralelo 38, padecen en la pobreza?

El milagro coreano –y me refiero, obviamente, a Corea del Sur –representa un modelo eficaz donde una miscelánea de políticas, promovidas por el Estado, permitieron el desarrollo económico e institucional. La disciplina económica, a partir de diversas teorías, ha intentado explicar por qué y cómo una paupérrima nación en la década de los sesenta, se transformó en la decimosegunda economía más importante del mundo.

Una de las primeras razones proviene de la teoría institucional. “El éxito económico de los países difiere debido a las diferencias entre sus instituciones, a las reglas que influyen en cómo funciona la economía y a los incentivos que motivan a las personas”, comentaban Acemoglu y Robinson en su afamado libro Por qué fracasan los países.

Como se sabe, en 1945, Kim Il Sung conquistó el poder en la recién fundada Corea del Norte. Acompañarían a su gobierno dictatorial políticas de represión social que usurpaban las libertades y limitaban los derechos de propiedad. Al sur del paralelo 38, la República de Corea optó por la democracia y por un programa que fomentaba la inversión y el comercio, y, más importante aún, la educación.

De esa manera, Corea del Sur intensificó la inversión en su capital humano para obtener el siempre deseado “crecimiento endógeno”, llamado también crecimiento autónomo. Esto es, básicamente, obtener buenos resultados económicos a partir de recursos nacionales y sin depender demasiado del contexto externo (el Perú tiene mucho que aprender de ello).

Perú y Corea del Sur

Otros mecanismos de prosperidad son las políticas que fomentan la sustitución de exportaciones (a diferencia de las trágicas políticas de sustitución de importaciones aplicadas en Latinoamérica). Gracias a ellas, Corea del sur diversificó su cartera de exportaciones y evitó que dependa de un único producto. Una realidad opuesta se vive en el Perú, cuyo comercio con el exterior se encuentra sujeto, casi totalmente, a productos mineros.

A mediados del siglo XX, además de poseer más de una centuria de años como república, el Perú disfrutaba de mayores recursos naturales que el país asiático. Por ello, y al igual que la mayoría de naciones sin privilegios naturales, Corea del Sur aprendió convivir sin tales recursos y se enfocó en desarrollar su industria interna.

Además, redujo la importancia de los sectores primarios. Un ejemplo de ello es que, en 1965, el 38% de la economía estaba gobernada por la agricultura, cifra descendió a 2.6% en el 2011. Entonces, ¿cómo se alimentan los surcoreanos?  Exportando el 80% de productos alimenticios de sus vecinos asiáticos, en especial China, y de otros países alrededor del globo.

El modelo surcoreano puede funcionar como referencia directa para aquellos países que anhelan no solo el crecimiento, sino también el desarrollo económico. A ello se suma que el tigre asiático logró crecer respetando su identidad cultural. Todo un caso de prosperidad única en el mundo.

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