Económica

Crónica de una crisis anunciada: informalidad y pandemia en el Perú

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La pandemia dejó al desnudo las profundas brechas de desigualdad que dividen nuestra sociedad. Y ahora amenaza con profundizarlas. Los últimos tres meses nos han enseñado que no existe medida apropiada o suficientemente rápida que sea capaz de proteger a toda una población de las vulnerabilidades institucionalizadas que padecen. En un país como Perú, donde la pobreza monetaria y multidimensional es experimentada por una mayoría significativa, no basta con garantizar la supervivencia. Debemos generar mecanismos que permitan que los peruanos y peruanas prosperen en la Nueva Normalidad.

Fuimos advertidos. Sin embargo, ningún país estaba preparado de manera efectiva para combatir la pandemia de mayor alcance mundial en la historia de la humanidad. El COVID-19 ha recorrido el mundo con una rapidez que refleja la velocidad a la que vivimos nuestras vidas. Es en muchos sentidos, la enfermedad de un mundo altamente conectado e interdependiente.

Es por esta razón que, durante nuestros primeros encuentros con el COVID-19, los medios lo describieron como un virus ¨democrático¨. Nada más lejos de la realidad. Tres meses de cuarentena después, la cifra de contagiados y muertos continúa en aumento a pesar de los esfuerzos del gobierno central. El incremento de los casos, no obstante, no es uniforme en todo país. En Lima, por ejemplo, los ¨mapas del calor¨ identifican que los distritos con mayor número de contagios son también los mismos distritos con mayor hacinamiento, donde se encuentran las principales rutas del sector de transporte y comercio (¨Mapa de Calor¨, 2020). Estos dos sectores, a su vez, mantienen las más altas tasas de informalidad entre las diferentes actividades productivas del país.

El presente artículo ofrecerá un breve análisis sobre la situación de un agente económico altamente vulnerable en el contexto actual: el informal. Asimismo, se analizarán las medidas tomadas para aliviar su situación y se propondrán algunas iniciativas que, creemos, son pertinentes para evitar que la pandemia deteriore, incluso más, el nivel de vida de estos agentes en el mediano y largo plazo.

Ser informal en el Perú significa pertenecer al 65,7% de la PEA que trabaja en condiciones inferiores a las a las mínimas propuestas por el Estado (Noreña, 2019). De acuerdo con el Centro Nacional de Planeamiento Estratégico (2014), los trabajadores informales en promedio ganan menos que el mínimo salarial, tienen un menor nivel educativo y tienen un limitado acceso a los servicios de protección de social (conformado por el acceso a un seguro de salud y la afiliación a un sistema de pensiones). Además, estudios afirman que existe mayor incidencia de informalidad en los departamentos más pobres, por lo que aquella persona que experimenta informalidad laboral también estará más inclinada a sufrir de privaciones en dimensiones como acceso a educación. Estas circunstancias nos dan un indicio de las dificultades de salir de la pobreza. La persona no tiene la habilidad para desarrollar sus capacidades, dadas las diferentes privaciones a las que se enfrenta, por lo que una vez que se inserta al mundo laboral, solo es capaz de conseguir empleos que no le permiten mejorar su estándar de vida.

Es en esta situación en la que se encontraba casi el 70% de la población económicamente activa cuando llegó el COVID-19 al Perú.  El inicio de la cuarentena paralizó todas las actividades productivas salvo las consideradas esenciales. Por un lado, esto ocasionó un choque de oferta de mano de obra, pues los trabajos informales son usualmente de tipo manual y requieren de contacto físico. Por otro lado, dada la incertidumbre ante un mundo paralizado, se esperaría que se haya visto afectada la demanda de objetos producidos desde el sector informal. Sin embargo, dada la baja propensión de las personas de bajos ingresos en ahorrar, es posible que este impacto no haya sido tan significativo en Perú, especialmente en bienes de consumo inmediato como comida, ropa y entretenimiento. Es decir, productos producidos y comercializados típicamente por el sector informal.

Dada la persistencia de la demanda en estos productos de consumo inmediato, y la necesidad de una fuerza de trabajo por mantener un ingreso, es muy probable que el trabajador decida no respetar la cuarentena a costa de exponerse al virus, además de poner en riesgo a las personas a su alrededor. En efecto, podemos comprobar que en el sector comercio, uno de los sectores que más agrupa a los trabajadores informales, se da esta situación. Las imágenes que circulan en los medios de comunicación de zonas comerciales atestadas de personas, que no parecen tener consideración por el distanciamiento social, abundan.

También es relevante tomar en consideración a los trabajadores del sector de transporte y construcción, que representan la otra porción significativa de la fuerza laboral informal, aparte del comercio. La paralización de la actividad productiva, para ellos y ellas, significó un corte inmediato de sus ingresos presentes y probablemente, el de sus ingresos futuros, ya que, al darse las relaciones laborales fuera de los marcos de la legalidad, despidos masivos no pudieron ser evitados por las distintas leyes promulgadas.  Ser informal en el Perú durante una pandemia, entonces, significa tener que elegir entre dos males: o trabajar y exponerte al virus, o no generar ingresos para adquirir productos básicos.

La principal medida del gobierno central frente a esta situación fue, y es, la entrega de bonos, transferencias monetarias destinadas a las poblaciones más pobres cuyo fin es hacer viable la cuarentena. A pesar de que medidas como estas alivian la presión económica, no inducen automáticamente a que las personas se queden de manera efectiva en casa. Por ejemplo, según un estudio realizado por IPSOS a partir de la ENAHO, casi el 50% de la población nacional carece de una refrigeradora (¨Coronavirus en el Perú¨, 2020). Sin un sistema de refrigeración disponible, ¿cómo podemos pedirles a las familias que se queden sin salir durante varios días?

Los bonos tienen limitaciones. En primer lugar, habría que anotar que al ser esta una medida de emergencia, está diseñada para garantizar la supervivencia de una población que no está recibiendo ingresos. Sin embargo, ¿qué sucede con otras dimensiones relevantes para el desarrollo de una persona? Las Naciones Unidas (2020) pronostican un retroceso significativo en los indicadores de desarrollo propuestos por los ODS. Y aquellos países más rezagados se encuentran incluso más vulnerables a perder los logros alcanzados en esta materia. Nos preguntamos, por ejemplo, cómo impactará en la igualdad de género que los niños y niñas pasen más tiempo en sus casas. Madres que antes eran libres para generar sus propios ingresos, ¿seguirán teniendo esa posibilidad en un país donde se considera que es responsabilidad de la mujer atender las labores del hogar? La controvertida ley de ¨Pico y género¨ hecha un poco de luz sobre esta situación. En efecto, dicha ley tuvo que ser derogada luego de que hubiera grandes aglomeraciones en los centros de abasto en los días en los que solo podían salir mujeres (¨Perú eliminó el Pico y Género¨, 2020).

 En segundo lugar, los bonos no proceden de una fuente inagotable. A pesar de que la entrega de bonos es crucial para la supervivencia de las poblaciones más vulnerables, son igual de importantes medidas que promuevan que estos sectores prosperen y se inserten adecuadamente en el contexto del COVID-19.  Uno de los principales esfuerzos en el ámbito económico es Reactiva Perú, programa que busca evitar el colapso de la cadena de pagos a través de créditos con garantía del estado, y se encuentra dirigido a todo el sector empresarial. Reactiva Perú cuenta con una garantía para los créditos de 30 mil millones de soles, y los requisitos principales para aplicar a un crédito son: no tener deudas tributarias mayores a 4,300.00 nuevos soles y tener una clasificación de riesgo ¨normal¨ o ¨con problemas potenciales¨ dentro del Sistema Financiero (¨Verificar si puedo acceder a Reactiva Perú¨, 2020). Adicionalmente, es relevante comentar acerca del FAE-MYPE, una iniciativa dirigida específicamente a la micro y mediana empresa, la cual cuenta con un patrimonio de hasta 300 millones para otorgar créditos con el fin de ayudar a las micro y pequeñas empresas a afrontar sus deudas y compromisos de corto plazo (¨ ¿Cómo acceder al nuevo FAE-MYPE? ¨, 2020).

Estas medidas son valiosas para la situación del informal en tanto el canal de colocación de los créditos incluye a todas a empresas del Sector Financiero, las cuales han constituido una fuente de crédito formal para las empresas informales a través de la historia. En efecto, de acuerdo Erick Lahura (2016), durante el 2014, casi 2 millones de informales obtuvieron créditos a través de diferentes empresas del Sistema Financiero. Si comparamos esta cifra con los más de 11 millones de peruanos que tenían un trabajo informal ese mismo año, podemos concluir que cerca de 20% de los informales si tuvieron acceso a créditos (Peñaranda, 2014).

Aun así, no hay razones particularmente fuertes para argumentar que ese mismo número de empresas se beneficiará de los créditos en este contexto. Por un lado, dado el incremento en la oferta de los créditos y la parcial garantía que ofrece el Estado, es posible que la cifra de beneficiados por el Reactiva Perú y FAE-MYPE sea mayor que el 20%. No obstante, los requisitos impuestos por el programa podrían limitar la aplicación de muchas de estas empresas, con lo cual la cifra de beneficiados sería mucho menor. A la fecha del 14 de junio, el diario El Peruano publicaba que hasta ese día se habían otorgado créditos por 24, 747 millones de soles, y que 90% de los beneficiarios habían sido del sector de micro y pequeñas empresas (¨Reactiva Perú¨, 2020). Cabe resaltar que uno de los mayores logros de estas medidas es la reducción de la tasa de interés del 40% (figura promedio para un crédito de micro financiera) a un promedio de 3% con un periodo de gracia de hasta 12 meses para iniciar los pagos.

¿Estas medidas fueron pensadas para el ecosistema informal del país? Este artículo considera que no. Incluso en un escenario positivo, es probable que solo un pequeño sector de empresas informales haya podido acceder al crédito. Los requisitos mencionados más arriba claramente privilegian a aquella unidad productiva que tenga una trayectoria formal, y que se alinee con ciertos estándares de deuda. Frente a esta realidad, ¿qué se está haciendo para aliviar la situación de los informales? La discusión pública respecto a esta problemática parece girar en torno a diferentes propuestas que carecen del ímpetu que necesitan para llevarse a cabo.

Una de las propuestas a nivel nacional hecha recientemente por la Ministra de Economía al Congreso, busca promover la formalización a través de la creación de un régimen tributario simplificado (¨MEF anuncia que también subastará tasas de interés¨, 2020). El objetivo de este tipo de medidas es reducir los costos de la interacción con el Estado, y se inserta dentro de una tradición académica que explica la existencia de la informalidad en la excesiva regulación por parte de este. Empero, y a pesar de los varios intentos por seguir simplificando los regímenes de contribución, la informalidad parece mantenerse inamovible ante este tipo de cambios. Otra propuesta comentada por la ministra es la promoción de la bancarización. En efecto, solo el 40% de los adultos en el Perú mantiene una cuenta en alguna entidad financiera. En el contexto actual, esta cifra ha adquirida relevancia ya que explica la lentitud con la que los bonos se han ido entregando.

Asimismo, el presidente de la Asociación PYME PERÚ, Julio Pardavé propuso durante una entrevista que el Estado debería generar un ¨camino hacia la formalización¨ (Peru21TV, 2020). Este tipo de propuestas responden a la lógica de que, en este momento, el costo de ser informal es mayor dadas las opciones de crédito que tienen los formales. Pero, ¿qué significaría ¨generar un camino para la formalización¨ en este contexto? Una reducción en los estándares laborales podría ser contraproducente para las medidas de distanciamiento social. Parvadé también sugirió promocionar las compras del sector público a las MYPES, donde compiten empresas formales e informales. No obstante, al verse en competencia con empresas reguladas y con mejores estándares, es muy probable que los beneficiados sean las empresas formales. ¿Cómo podemos, entonces, generar una política que promueva el trabajo decente en el contexto del COVID-19?

Solemos definir informalidad desde una perspectiva legal-regulatoria, lo cual crea la ilusión de que, para solucionar la informalidad, tan solo necesitamos formalizar. En su forma más dañina, esta lógica nos conduce al relajo de los estándares laborales, lo cual puede tener un efecto opuesto al deseado: se normaliza la carencia y la pobreza. En el contexto actual, las políticas de corto plazo tienen la responsabilidad de adaptar las dinámicas informales existentes a un contexto donde el distanciamiento social sea viable. Por ejemplo, los espacios donde se llevan a cabo actividades informales suelen estar caracterizados por la prevalencia de tiendas pequeñas, aglomeraciones y servicios públicos de limpieza ineficientes, por lo que son lugares de alta propagación del virus. Medidas que propicien el orden y el distanciamiento social son claves para combatir la pandemia. Iniciativas como la de re-localizar a vendedores informales pueden insertarse dentro de esta categoría. Sin embargo, para que estos cambios tengan un efecto significativo en la reducción de contagios, los cambios de conducta deben ser mucho más generalizados. En ese sentido, será más relevante que estas medidas tengan como objetivo propiciar la iniciativa en los propios ciudadanos, en vez de depender de las fuerzas del orden para su cumplimiento.

Lograr que el distanciamiento social sea una realidad, no es tarea fácil ni rápida. Pero, consideramos, que no existe ninguna medida mágica que sea capaz de resolver las muchas dificultades que enfrentan los informales. En un estudio del 2014, el CEPLAN determinó que 3 de 5 principales determinantes de la informalidad en el Perú eran: Transparencia del Gobierno, Investigación y Desarrollo, y Educación. Más de la mitad de los determinantes están relacionados con las instituciones de nuestro país. Justicia, educación y desarrollo son componentes clave para garantizar un trabajo digno a cada peruana y peruano. Sin esta reforma, no veremos un cambio sustancial.

Podríamos argumentar que, durante una emergencia como la que estamos viviendo, no hay capacidad ni recursos para sostener medidas que no sean de corto plazo, o puesto de una manera más elocuente, para permitirnos sobrevivir la tormenta. A pesar de ello, consideramos que este no es un privilegio que se pueda permitir el Perú. Lamentablemente, la pandemia amenaza nuestro presente con la misma magnitud con la que amenaza nuestro futuro. El COVID-19 es una alarma. Mucho tiempo hemos perdido lidiando con lo urgente. Tanto, que hemos perdido de vista lo importante.

Referencias

Alfaro, L., Becerra, O. & Eslava, M. (03 de Junio, 2020). EMEs and COVID-19 Shutting Down in a World of Informal and Tiny Firms. Recuperado de https://www.nber.org/papers/w27360

Alvarado, J., Portocarrero, F., Trivelli, C., Gonzales, E., Galarza, F. & Hildegardi, V. (2001). El financiamiento en el Perú. Lima: IEP Ediciones

Centro Nacional de Planeamiento Estratégico. (2014). Economía Informal en el Perú: Situación Actual y Perspectivas. Recuperado de https://www.ceplan.gob.pe/wp-content/uploads/2013/09/economia_informal_en_peru_11-05-2016.pdf

Coronavirus en Perú: Problemas para congelar alimentos en hogares habrían contribuido a aglomeraciones. (11 de abril de 2020). Perú 21. https://peru21.pe/economia/problemas-para-congelar-alimentos-en-hogares-habrian-contribuido-a-aglomeraciones-noticia/

Corporación Financiera de Desarrollo. (nd). ¿Cómo acceder al nuevo FAE-MYPE? https://www.cofide.com.pe/COFIDE/noticia/130/acaomo-acceder-al-nuevo-fae-mype

De los Santos, F. (9 de abril, 2020). COVID-19: Los límites de la informalidad en tiempos de distancia social. Recuperado de https://www.researchgate.net/publication/340593069_COVID-19_Los_limites_a_la_informalidad_en_tiempos_de_distancia_social

Lahura, E. (2016). Sistema financiero, informalidad y evasión tributaria en Perú. Revista Estudios Económicos, 32, (55-70). Recuperado de https://www.bcrp.gob.pe/docs/Publicaciones/Revista-Moneda/moneda-169/moneda-169-05.pdf

Loayza, N. (2008). Causas y consecuencias de la informalidad en el Perú. Revista de Estudios Económicos, 15, (43-65). Recuperado de https://www.bcrp.gob.pe/docs/Publicaciones/Documentos-de-Trabajo/2007/Working-Paper-18-2007.pdf

Mapa del Calor de EsSalud demostró que asentamientos humanos son los nuevos puntos de concentración del COVID-19. (5 de mayo de 2020). El Comercio. https://elcomercio.pe/lima/sucesos/coronavirus-peru-mapa-del-calor-de-essalud-demostro-que-asentamientos-humanos-son-los-nuevos-puntos-de-concentracion-del-covid-19-estado-de-emergencia-cuarentena-nndc-noticia/?ref=ecr

Más de 3,500 vendedores ambulantes de Lima serán ubicados en parque zonal Huayna Cápac. (12 de junio de 2020). Gestion. https://gestion.pe/peru/coronavirus-peru-mas-de-3500-ambulantes-de-lima-seran-ubicados-en-parque-zonal-huayna-capac-cuarentena-estado-de-emergencia-covid-19-nndc-noticia/?ref=gesr

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Peñaranda, C. (2014). En Lima, ingresos del trabajador formal superan en 80% a los del informal. La Cámara, (632), 6 – 8. https://www.camaralima.org.pe/RepositorioAPS/0/0/par/EDICION632/Ediciondigital%20632.pdf

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Reactiva Perú: conoce la lista de las 71,553 empresas que accedieron al programa al 29 de mayo. (14 de junio de 2020). El Peruano. https://elperuano.pe/noticia-reactiva-peru-conoce-lista-de-71553-empresas-accedieron-al-programa-al-29-mayo-97289.aspx

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