Muchos explican que la pandemia del COVID-19, conocido coloquialmente como “coronavirus”, es también una oportunidad para realizar una retroalimentación acerca de los programas sociales, relacionados a la salud pública, y para el desarrollo científico. Es por eso que, en este artículo, se brinda una incursión cualitativa del SISFOH, con el fin de hallar pistas para cuestionarnos sobre el algoritmo que utiliza este sistema para calificar a los “hogares vulnerables”.
Una reacción natural ante una crisis, como la que estamos viviendo, es el miedo. La historia nos recuerda que, en el Perú, ya hemos vivido pandemias como la de la fiebre amarilla (1868), el cólera (1991) y el AH1N1 que apareció en el año 2009, y ante todas hemos reaccionado de la misma manera: el temor a morir. Sin embargo, a veces más que a la misma muerte, podemos llegar a temerle a la sociedad y a los individuos que la conforman. Tememos del poder autoritario, al cual hay que someternos para sentirnos protegidos de nosotros mismos y aceptar en esas condiciones que nuestros derechos individuales sean vulnerados. Nos enfrenta a personas con un estilo de vida totalmente diferente a la nuestra, al cual podemos considerar amenazante ante nuestra integridad física e identidad cultural. Nos enfrenta a la realidad peruana, una realidad que está siendo afrontada por el gobierno. ¿Una batalla que estamos perdiendo o ganando? Eso depende de quienes somos, donde vivimos, qué comemos, cómo nos educamos y, sobre todo, cómo nos ganamos la vida. En el siguiente artículo, se pretenderá cuestionar el sistema de elección de los hogares vulnerables y el algoritmo en el que se basa el SISFOH. Sin embargo, es conveniente aclarar que no se ofrecerá una descripción compleja e íntegra del mismo.
En ese sentido, es importante reconocer, primero, que el gobierno peruano, a diferencia del gobierno estadounidense, mexicano y brasileño, ha demostrado que nuestras vidas son más valiosas que la economía misma. La cuarentena general y el toque de queda, las cuales, según Marcos Cueto (2020), son los medios efectivos más baratos, han dado inicio al aislamiento social desde el día lunes 16 y miércoles 19 de marzo respectivamente. Pero ¿qué tan barato puede significar para el país?, pues se estima que la economía peruana podría caer 20% en el segundo trimestre debido a que muchas empresas han dejado de producir. Algunas coaccionan a sus trabajadores a usar los días de aislamiento social como parte de sus vacaciones y se llama “suerte” para quienes siguen recibiendo el sueldo que les corresponde. No obstante, aquella población con empleo formal solo representó el 28% de la PEA. Por otro lado, el empleo independiente representó el 72% del cual 55% se encontró dentro del Sector Informal y 17% fuera del él (INEI, p. 105, 2016). Es evidente que, para estos, el aislamiento social no resulta tan barato, pues se deja de percibir ingresos asumiendo solo gastos.
En respuesta a esta realidad, el Estado decidió otorgar un bono de S/. 380 a cada familia vulnerable para que puedan sostenerse durante el estado de emergencia (Gestion, 2020). Sin embargo, las “filtraciones”, un término tecnocrático, evidenciaron la aún deficiente metodología que permite determinar la elegibilidad de los hogares o personas que pueden acceder a un programa social. Un ejemplo de ello es la esposa del congresista Richard Rubio, quien fue calificada apta para recibir el Bono 380 Soles (RPP, 2020). Ello nos motiva a cuestionarnos lo siguiente: ¿Quiénes realmente son los vulnerables y cómo el Estado los determina idóneos para ser usuarios de los programas de ayuda social?
El sistema de Focalización de Hogares (SISFOH) es un sistema algorítmico que provee información socioeconómica a las Intervenciones Públicas Focalizadas para identificar a los posibles beneficiarios y así disminuir las brechas de desigualdad social y económica (MIDIS, 2015). El objetivo del sistema es evitar que las personas que no necesitan de ayuda social obtengan asistencia estatal y, de este modo, impedir que el presupuesto público se “filtre”. A pesar de esto, son muy pocos los que conocen de este sistema que podrían ayudarlos a empadronarse y, de ser personas vulnerables, recibir la ayuda correspondida.
Diego Cerna (2019), quien trabajó en el SISFOH, compartió su experiencia durante el registro de un hogar, fase en la que él y le burócrata visitan la casa del solicitante. El burócrata le dijo a la señora que posiblemente no obtenga la clasificación necesaria para recibir los beneficios del programa social requerido, y ella respondió: “Solo está completando los formularios. No está viendo la realidad”. Al salir, el burócrata le comentó a Cerna en privado: “El gobierno debe tener en cuenta lo que vemos en nuestras visitas”. Los formularios que completan los encargados de asistir el hogar no ocupan espacio para transmitir lo que ellos presencian durante la visita. Solo completan los datos que el algoritmo “necesita” para calcular la clasificación socioeconómica. Dicha clasificación se realiza “sin sentimientos” y esto con el objetivo de simplificar la complejidad. Algunos consideran que la “simplificación de la complejidad es una necesidad peligrosa” (Law y Bijker, 1992), pero el afán de facilitar la determinación de hogares en condiciones de “pobres”, “pobres extremos” y “no pobres” puede socavar la sensibilidad y percibir aquellos hogares solo como números que aumentan o disminuyen, y, de ese modo, desconocer nuestra más oscura realidad dentro del país.
En relación a esta realidad, si bien la conocíamos por investigaciones escritas en libros o artículos académicos, hoy, como consecuencia de la expansión con COVID-19, no podemos ser ajenos a ella. Las noticias diarias y los reportes semanales se encargan de visibilizar a aquellos que necesitan salir a trabajar día a día para poder subsistir y que, debido a las “filtraciones”, no han podido ser beneficiarios del Bono 380 Soles.
En definitiva, es importante aprovechar este contexto de incertidumbre para cuestionar no solo las herramientas que el gobierno ha ido implementando, sino también a nosotros mismos como sociedad con el fin de mejorar el sistema económico injusto que ha sido administrado por un “algoritmo sin sentimientos”. El SISFOH aún no es lo suficientemente equitativo, y es importante que la difusión de dicho método se extienda por las zonas más alejadas, para evitar aquellos “flujos” mencionados y procurar que los beneficios de los programas sociales los reciban quienes realmente los necesiten.
BIBLIOGRAFÍA
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Cueto, M. (2020, 27 marzo). Instituto de Estudios Peruanos. La covid-19 y las epidemias del neoliberalismo. Recuperado de https://iep.org.pe/noticias/articulo-la-covid-19-y-las-epidemias-del-neoliberalismo-por-marcos-cueto/
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RPP (2020, marzo 23). Congresista de Frepap reveló que su esposa fue incluida en el padrón de beneficiarios del bono de S/ 380. Recuperado de https://rpp.pe/politica/congreso/coronavirus-en-peru-bono-de-380-soles-congresista-de-frepap-revelo-que-su-esposa-fue-incluida-en-el-padron-de-beneficiarios-del-bono-de-s-380-noticia-1253492?ref=rpp