Luego de que el expresidente Pedro Castillo pusiera fin a su mandato con un fallido intento de golpe de Estado, se profundizó una crisis de origen político que desde el inicio de su gobierno ha venido erosionando constantemente la gobernabilidad y la estabilidad económica de los últimos años. La misma, luego de la asunción al mando de la ahora presidenta Dina Boluarte, no ha podido ser controlada. Por el contrario, las airadas protestas que reclaman mayoritariamente un cierre inmediato del parlamento, el adelanto de elecciones y la convocatoria de una Asamblea Constituyente, han desembocado en un triste clima de violentos sucesos que, entre otras cosas, han puesto en riesgo el normal desempeño de importantes actividades económicas a nivel nacional.
La coyuntura actual nos sitúa en un conflicto social propagado por todo el Perú. En más de 13 regiones, las protestas se han traducido en bloqueos de carreteras, empresas saqueadas, paralizaciones y violentos disturbios, lamentables fallecimientos y una gran cantidad de heridos que han oscurecido el panorama económico de las mismas. De hecho, según el nuevo titular del MEF, Alex Contreras, los múltiples tumultos generan una pérdida diaria de entre 60 millones a 100 millones de soles. Lo que implica una disminución en los ingresos de las familias debido a que hay personas que no pueden laborar y empresas que no pueden funcionar. Dichas pérdidas, ocurren por diferentes factores, determinantes para el crecimiento económico de las regiones y que guardan una estrecha relación con el crecimiento a nivel general.
Impacto sobre la minería, comercio y turismo
El impacto de los bloqueos y protestas es directo hacia la circulación de los productos y servicios que el país negocia tanto de manera interna como hacia el exterior. El caso de Apurimac, departamento donde se encuentra la tercera minera más importante del país (Las Bambas); el caso de Ica, uno de los principales productores de arándanos; o el caso de Cusco, el principal atractivo turístico del Perú, son ejemplos de regiones que se han visto afectadas por los disturbios y que por lo mismo ven comprometidas sus principales actividades al no tener una solución inmediata frente al deterioro de las cadenas de producción y de suministros.
El sector minero ya viene golpeado desde hace varios años, los diferentes conflictos han deteriorado la capacidad de producción de principales corredores mineros como Las Bambas, Antapaccay e Inmaculada. Como argumenta Eduardo Jiménez, jefe del sistema de información de Macroconsult, el sector minero y energía probablemente sean los más afectados en este momento, ya que el cese de los bloqueos aún no parece estar cerca y las reservas que tengan las mineras, que aproximadamente soportan unos 15 días de para, son las que sostendrán por pocos días más la agudización de la crisis. Dado que una interrupción del flujo por mucho más tiempo generará el incremento de los precios en ambos sectores.
Por el lado del comercio, los efectos perjudiciales vienen por parte del sector agroexportador. De acuerdo con Gabriel Amaro, director de la AGAP, hasta el momento se han dejado de exportar 100 millones de dólares en productos de agroexportación frescos, así como 150 mil trabajadores del agro, en total, no han podido llegar a laborar debido a los conflictos. Y es que, como es conocido, el Perú posee un importante componente agrario el cual se ha visto mermado por la imposibilidad de almacenar por más de unos pocos días los productos de este sector. Ello, ocasionado especialmente por los problemas de transporte, ha generado una reducción en la participación de los productos peruanos en los principales mercados de comercio agrario. Es así como este deterioro en el flujo del comercio, al igual que con el sector minero, afecta tanto a la producción, dado que la misma debe pausarse por los problemas de almacenamiento, al igual que se pone en riesgo el abastecimiento para los mercados internos y externos.
Por último, en lo que al turismo respecta, los conflictos suscitados a lo largo del país se muestran perjudiciales para el sector pues estos se agrupan en regiones que concentran el 85% del turismo extranjero (El Comercio, 2022). En ese sentido, desde países como Rusia y España, se ha recomendado no visitar el Perú debido a la convulsión social protagonizada en los últimos días. El Reino Unido por su parte, también recomienda mantenerse al tanto del desarrollo de la crisis. Frente a esta situación, el BCRP estima que el sector turismo perdería más de US$ 100 millones en enero del 2023 por los viajes cancelados. Asimismo, dado que nos encontramos en el mes de diciembre, particular por las movilizaciones interprovinciales por fiestas, a excepción de Lima, las regiones involucradas en los disturbios corresponden a opciones muy recurrentes a visitar para nuestra población. Por este motivo, la Cámara de Comercio de Lima (CCL), en términos de venta, estima que con el cierre de las actividades relacionadas al turismo podrían perderse alrededor de S/. 14 millones diarios.
Impacto sobre la inversión
Con el fin de la administración de Castillo, la mejora en las expectativas de inversión parecía mostrarse como un efecto positivo a esperar luego de un largo periodo de incertidumbre que enfrentaron los empresarios. En ese contexto, uno de los retos clave a superar para el nuevo gobierno de Dina Boluarte era sentar las bases para retomar una senda de crecimiento que pueda replantear la confianza de los inversionistas en el Perú. Sin embargo, los acontecimientos recientes han reflejado que el nuevo régimen sigue siendo políticamente frágil, con un muy débil apoyo por parte de la población y del Congreso que han prolongado la incertidumbre en las expectativas.
En efecto, las proyecciones de la inversión privada para el presente año se estancaron en un crecimiento nulo (0%), mientras que la inversión pública solo avanzó un 6%; porcentaje muy por debajo del 24,9% logrado en el 2021. De igual manera, en medio de este contexto de inestabilidad política, económica y social, el BCRP en su último Reporte de Inflación rebajó de 1.8% a 1% su proyección de crecimiento de la inversión privada para 2023. Esto es explicado por la fuerte caída que mantiene la inversión minera, una caída que en el 2022 fue de 6%, y que el próximo año se estima caerá en 16.6% por la falta de proyectos mineros importantes.
A lo anterior, también se le suma el recorte en la calificación crediticia del Perú por parte de Fitch Ratings como de S&P Global Ratings, colocándonos este último en una perspectiva negativa de inversión el pasado martes. Con ello, se sostiene que el elevado ruido político es el que ya hace bastante tiempo no permite que el país obtenga una calificación de riesgo mucho mayor, que podría conseguirse dado el bajo nivel de endeudamiento, el reducido déficit fiscal y el alto nivel de reservas internacionales que se mantiene. Una situación que, de agravarse y prolongarse aún más la crisis, representaría ya un problema serio a remediar por ser la inversión el factor determinante más importante para el crecimiento económico del Perú.
Proyecciones a futuro
Las proyecciones a futuro antes de la profundización de la crisis ya eran desalentadoras, y si bien el reciente agravamiento no debería producir impactos considerables a largo plazo, las proyecciones de crecimiento realizadas por el BCRP mostraron una corrección de 0,01% debido a estas circunstancias. Como explica Julio Velarde, el efecto marginal que están teniendo estas protestas está afectando la actividad económica, pero se espera que las pérdidas económicas derivadas de las mismas no alteren considerablemente el PBI peruano. Por consiguiente, todo parece depender de la duración de los conflictos, que se espera no sea mucho tiempo, lo que a su vez dependerá de la capacidad del gobierno para sosegarlos.
Así, en una coyuntura en la que la mayoría de peruanos está perdiendo, el sentir de los mismos debe contemplar que más allá de las posiciones, mientras el país siga dividido por las barreras socioculturales, la resolución de este tipo de conflictos va a estar muy lejos de llegar a un descenlase positivo. Al contrario, el panorama cada vez se ensombrece más y las disonancias entre los dos polos de la población imposibilitan esa unión necesaria para que se pueda promover la estabilidad en el país.
Fuentes:
Banco Central de Reserva del Perú (1)
Infobae (5)
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