Gracias a la progresiva expansión de las cadenas globales de valor (CGV), los países de América Latina y el Caribe tienen, hoy en día, diversas oportunidades para desarrollar sus economías. En tal sentido, su inserción en las CGV les permite lograr un mayor impulso de la productividad, el empleo, el crecimiento, y una mayor diversificación productiva e industrialización.
Una de las transformaciones más relevantes que ha experimentado el comercio mundial, en las últimas cuatro décadas, es el notable crecimiento de las cadenas globales de valor (CGV). De acuerdo con la UNCTAD (2013), las CGV representan alrededor del 80% del comercio mundial. Esta expansión tiene su origen en un conjunto de factores: el rápido progreso de las tecnologías de la información y comunicación, la reducción de los costos de transporte y la liberalización del comercio. Estos factores han permitido combinar recursos provenientes de distintos países para que la producción de bienes y servicios sea altamente rentable. Como resultado, los procesos productivos se han venido desarrollando, cada vez más, en múltiples etapas y en diferentes regiones de todo el mundo.
Ante ello, resulta fundamental analizar cuáles son los potenciales beneficios de la participación de los países de América Latina y el Caribe (ALC) en las CGV. Para ello, será necesario primeramente definir qué se entiende por CGV. En este sentido, según Tello (2015a), las CGV son el conjunto de etapas de producción de bienes y servicios realizadas en dos o más países desde la fase inicial de fabricación de insumos hasta la final en la que el consumidor final adquiere el producto.
Así, en primer lugar, existe un consenso creciente de que la vía principal para que los países en vías de desarrollo diversifiquen sus exportaciones es la integración gradual en las CGV (World Economic Forum, 2012). Como sostiene Castilla (2006), en ALC se han registrado experiencias en las que la inserción en las CGV ha resultado en una mayor diversificación productiva, una expansión de la oferta de bienes exportables y de transferencias tecnológicas, que se tradujeron posteriormente en mejoras sostenidas de la productividad. Se pueden mencionar, por ejemplo, los casos emblemáticos de la industria automotriz y de autopartes en México, y la de microprocesadores en Costa Rica.
En segundo lugar, otro de los potenciales beneficios es que otorga a los países de la región oportunidades para industrializarse, ya que facilita la integración a redes internacionales de producción sin la necesidad de establecer una cadena de valor completa (Blyde, Volpe y Molina, 2014). Así, la inserción en estas cadenas permitiría a las economías de ALC especializarse en ciertas tareas o actividades manufactureras, sin que sea imperativo tener constituidas bases industriales profundas y diversificadas (OCDE – CEPAL, 2013).
En tercer lugar, es posible mejorar la productividad y eficiencia de las pequeñas y mediana empresas (pymes) gracias a la transferencia tecnológica y la adquisición de diversas formas de conocimiento (principalmente técnicos y de gestión) provenientes de las grandes empresas que dirigen estas cadenas internacionales de producción (Blyde y otros, 2014; Stezano, 2013). Además, la participación de las pymes en las CGV constituye una vía indirecta de acceso al mercado externo, lo cual reduciría la dependencia del mercado local de estas empresas. Por consiguiente, gracias a este mayor acceso al mercado externo, estas empresas reducirían su dependencia del mercado local, tendrían más oportunidades de financiamiento y la posibilidad de adoptar estándares internacionales (Stezano, 2013).
No obstante, se debe considerar que existen considerables limitaciones al respecto. Así, por ejemplo, se podría generar una relación de dependencia entre las pymes y las grandes corporaciones que lideran las CGV. Mas aún, estas corporaciones podrían inhibir los procesos de mejora de las pymes (Luna, 2009). Así mismo, el crecimiento de estas empresas a través de su inserción en las CGV se vería limitado, puesto que la gran mayoría no cuenta con la suficiente capacidad para asimilar y adoptar las tecnologías de las grandes corporaciones, ni mucho menos para emprender nuevas innovaciones (Blyde y otros, 2014). También, muchas de ellas no son capaces de identificar sus ventajas competitivas dentro de las CGV, debido a que no cuentan con los procesos eficientes de gestión, ni con la suficiente experiencia (Stezano, 2013).
En cuarto lugar, teniendo en cuenta que las bases exportadoras de las economías latinoamericanas suelen estar altamente concentradas en sectores extractivos[1], “la inserción potencial de los productos de exportación intensivos en el uso de recursos naturales en las CGV puede ofrecer a los países de la región una serie de oportunidades con impactos positivos sobre el crecimiento, empleo, diversificación y generación de eslabonamientos productivos” (Tello, 2015b). Sin embargo, no se debe descartar la hipótesis de la maldición de los recursos naturales, según la cual una especialización total en recursos naturales podría traer consecuencias negativas para las economías de esta región. La literatura acerca de estos riesgos considera que una base exportadora de esta naturaleza podría contribuir a la inestabilidad macroeconómica, debido a la alta volatilidad que caracteriza a los precios de las materias primas. En ausencia de medidas de cobertura adecuadas, esto podría terminar frenando el crecimiento (Larraín, Sachs y Warner, 1999).
Por último, la evidencia empírica muestra que a medida que los países incrementan su participación en las CGV, sus tasas de crecimiento tienden a subir. De acuerdo con la UNCTAD (2013), para el periodo 1990-2010, los países en vías de desarrollo que tuvieron una mayor inserción en las CGV presentaron un crecimiento del PBI per cápita de 3.3% frente al 0.7% de los países en desarrollo de menor participación. En el caso particular de ALC, el estudio de Kosacoffi (2008) concluye que, entre los años 2003 y 2007, el crecimiento de la región estuvo altamente correlacionado con la inserción en las CGV.
En síntesis, gracias a la creciente expansión de las CGV en los últimos años, los países de ALC tienen diversas oportunidades para desarrollar sus economías. Así, la inserción de los países de la región en las CGV les permite lograr una mayor diversificación productiva, el impulso de la industrialización y el crecimiento económico. Así mismo, otro de los potenciales beneficios son las ganancias de productividad, puesto que ofrece a las empresas la posibilidad de participar en una o varias fases productivas, sin la necesidad de dominar todas y cada una de sus etapas de producción. No obstante, la participación de los países de la región en las CGV, por sí sola, no conlleva necesariamente en mejoras positivas provenientes del comercio. Es indispensable desarrollar políticas estatales para maximizar las contribuciones de las CVG al desarrollo de los países de esta región y minimizar los riesgos asociados.
[1] Tendencia que se ha extendido, durante la última década, con el auge económico de China.
BIBLIOGRAFÍA
Blyde, J., C. Volpe & D. Molina. (2014). Fábricas sincronizadas: América Latina y el Caribe en la era de las Cadenas Globales de Valor. Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Castilla, L. (2006). Camino a la transformación productiva en América Latina. Reporte de Economía y Desarrollo. Caracas, Venezuela: Corporación Andina de Fomento (CAF).
Kosacoffi, B. (2008). América Latina y las cadenas globales de valor: debilidades y potencialidades. Buenos Aires, Argentina.
Larraín, F., J. Sachs y A. Warner. (1999). A Structural Analysis of Chile’s Long-Term Growth: History, Prospects and Policy Implications.
Luna, I. R. (2009). Pymes y cadenas de valor globales. Implicaciones para la política industrial en las economías en desarrollo. Análisis Económico, XXIV, 199-216. https://doi.org/10.1016/j.jcv.2016.10.010
OCDE – CEPAL. (2013). Perspectivas Económicas de América Latina 2013. OCDE.
Tello, M. D. (2015a). La maldición de los recursos naturales revisada: el impacto en la integración de las cadenas globales de valor. Integración y Comercio. BID – Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe (INTAL).
Tello, M. D. (2015b). La maldición de los recursos naturales revisada: Las cadenas globales de valor. Integración & comercio, (39), 168-177.
Stezano, F. (2013). Políticas para la inserción de las microempresas y las pequeñas y medianas empresas en cadenas globales de valor en América Latina. CEPAL.
UNCTAD. (2013). Global Value Chains and Development. Investment and Value Added Trade in the Global Economy. Ginebra.
World Economic Forum (2012). The Shifting Geography of Global Value Chains: Implications for Developing Countries and Trade Policy.