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¿NOS ACERCAMOS AL INICIO DEL FIN DEL NEOLIBERALISMO EN PERÚ?

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Desde la llegada del gobierno de Fujimori, a inicios de los años 90, se implantó en el Perú un modelo económico de corte neoliberal, el cual se extendió por casi 30 años; sin embargo, debido a los últimos acontecimientos históricos, sobre todo, la crisis económica generada por la pandemia, ha revelado las fragilidades y fallas estructurales que presenta dicho modelo económico. Por ello, es muy probable que nos encontremos en el inicio del fin del neoliberalismo en Perú.

Debido a los hechos económicos en los años 70 y 80, tales como el estancamiento del crecimiento económico y la aparición de una hiperinflación galopante, el nuevo gobierno instaurado a inicios de los años 90 decidió aplicar en el Perú un modelo económico de corte neoliberal. Con la implementación del neoliberalismo, las principales autoridades políticas y económicas pensaron que este paradigma sería la posible solución a los problemas económicos que el Perú tenía en aquella época y sería la vía por la cual alcanzaría el tan ansiado “desarrollo económico”.

El neoliberalismo describe, según Polanyi, un mosaico de puntos de vista políticas sobrepuestas y directamente relacionadas con el surgimiento de la mano invisible del llamado Estado minimalista pro-mercado. Asimismo, el neoliberalismo considera que debe haber un Estado mínimo y débil. En otras palabras, este considera que el Estado se debe encargar de desregular en vez de regular, no se debe dedicar la producción y debe dejar de inducir la inversión productiva y el desarrollo tecnológico y científico.

Por otra parte, según Steger, el neoliberalismo abarca tres dimensiones. La primera de estas se refiere al neoliberalismo como ideología, el cual ayuda a orientar el mundo político, aunque ha sido codificada por las élites del poder mundial tales como grandes empresarios o multinacionales.

En el caso peruano, esto puede evidenciarse en el respaldo por parte de la élite económica peruana, a través de la Confiep (Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas), el cual agrupó a las principales empresas nacionales como multinacionales, y sus diferentes think tanks, tales como Instituto de Estudios Peruanos(IEP), el cual fue considerado en el 2020 como el think tank con mayor influencia en el país, según los resultados de la XL Encuesta de Poder.

La segunda dimensión es aquella que se refiere al neoliberalismo como forma de gobierno, en el cual se plantea que el único modelo de gobierno eficaz es mediante la autorregulación del libre mercado, en el cual no se persigue el bien común ni el desarrollo de la sociedad civil. Esta dimensión se puede resumir en la siguiente frase: “El mejor gobierno es el que menos gobierna”.

En el caso peruano, a lo largo de estos últimos 30 años, los diversos gobiernos de turno han optado por mantener una presencia mínima, o en algunos casos inexistente, del Estado en la regulación de los diversos mercados, lo cual ha traído graves consecuencias para la sociedad, sobre todo en estos últimos meses. Esto puede evidenciarse en la concentración de poder de mercado por parte de un conglomerado de empresas, tales como el farmacéutico, bancario, cervecero y en su momento, el mercado de oxígeno medicinal.

Finalmente, la tercera dimensión se refiere al neoliberalismo como paquete de medidas económicas, el cual se caracteriza por la desregulación, liberalización y la privatización. En otras palabras, considera que el Estado no debería de intervenir en el ámbito económico; es decir, este no debería de encargarse de los mecanismos de producción, distribución o regulación de los mercados por ser un ente ineficiente e incapaz.

Esto puede evidenciarse en el caso peruano, ya que en el gobierno de Fujimori se privatizaron varias empresas públicas, con lo cual el Estado abandonó “mercados claves” e industrias importantes que le hubiesen permitido obtener importantes rentas, como el minero. Cabe mencionar que, entre 1990 y 2000 se ejecutaron 228 operaciones de venta, concesión o liquidación de empresas públicas.

Por otra parte, desde inicios de los 90, hubo una considerable reducción de gasto público, sobre todo aquel enfocado en salud y educación; se promovió el establecimiento de techos impositivos, así como la reducción de los impuestos. Vale decir que, Perú fue uno de los países en Latinoamérica que tuvo un gasto público entre 20% y 30% del PBI entre 1995 y 2015, el cual fue muy inferior en relación con otros países tales como Bolivia, Uruguay, Costa Rica o Ecuador, los cuales tuvieron un gasto público entre 30 y 40% del PBI.

Lamentablemente, los últimos acontecimientos históricos, como la pandemia del Covid– 19, han mostrado la fragilidad y las fallas estructurales que permanecieron durante más de 30 años en el modelo neoliberal. La desregulación de los mercados y poca presencia estatal en ámbitos claves para el desarrollo económico han afectado gravemente el bienestar de la población. Es decir, el bajo gasto público, tanto en educación, salud y programas sociales afectó a la población más vulnerable, los cuales fueron los más afectados por la pandemia.

Esto se pudo evidenciar en los hospitales, que no contaban con la infraestructura adecuada para atender a la población o en el sistema educativo, en el cual muchos niñas, niños y jóvenes no tenían acceso a una herramienta digital o acceso a internet, lo cual les impidió acceder a clases virtuales.

Por otra parte, otro gran problema estructural del neoliberalismo que reveló la pandemia fue la gran desigualdad, tanto económica como de oportunidades, que hay en el país. Solo hasta el 2019, según The World Inequality Database, en el Perú el 1% superior de los asalariados representó el 23.7% del ingreso nacional. Dicho dato nos revela la gran desigualdad que estaba presente en la sociedad peruana lo cual, debido al Covid-19, es muy probable que haya aumentado.

A pesar que el descontento con el neoliberalismo se había hecho más visible tras la crisis financiera mundial del 2008, los paradigmas del neoliberalismo fueron defendidos por un grupo de empresarios y la élite peruana, lo cual pudo evidenciarse en la “Hoja de ruta” que tuvo que seguir el gobierno de Humala.

Sin embargo, otra vez nos encontramos en una crisis mundial, pero la gran diferencia es que esta crisis es una económica y sanitaria, con lo cual tanto las autoridades económicas como políticas, sobre todo las que conforman el actual gobierno, han cuestionado al modelo neoliberal y los paradigmas en los cuales este consistía, esencialmente, el rol que el Estado debe de asumir en el ámbito económico y en industrias o sectores estratégicos.

En conclusión, así como se cuestionó en su momento al modelo económico e ideas planteadas por Keynes y tomaron mayor relevancia las ideas abordadas por Friedman o Hayek, nos encontramos en un momento histórico en el cual las críticas al modelo neoliberal son más evidentes y suenan con mayor relevancia. Por ello, es muy probable que esta época sea el inicio del fin del neoliberalismo y el inicio de un nuevo paradigma económico.

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Fuentes:

GESTIÓN(1)

LA REPÚBLICA(2)

IEP(3)

Manfred B. Steger y Ravi K. Roy (2011). Neoliberalismo. Una breve introducción

Kari Polanyi Levitt y Mario Seccareccia (2018). Neoliberalismo: La perspectiva polanyiana

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