César Jara, economista de la Universidad del Pacífico, nos cuenta su experiencia en Loreto con los trabajadores del equipo de Atención Integral de Salud a Poblaciones Excluidas y Dispersas (AISPED). ¿Qué es lo extraordinario de este equipo? ¿Qué deficiencias tiene el régimen laboral al respecto?
Lima, viernes a las 8.00 am en medio de la Av. Javier Prado, avanzando a un metro por hora y con calor a pesar del aire acondicionado, con dolor de espalda por haber estado sentado en la oficina de lunes a jueves, pero al mismo tiempo, entusiasmado porque inicia el fin de semana. ¿A cuántos nos suena esta rutina? Probablemente a todos.
Iquitos, viernes a las 8.00 am, no existe Javier Prado, sino un extenso río por el que navegaremos seis horas para alcanzar la próxima “oficina”: la comunidad Nativa Tagual. El sol quema, el dolor de espalda es el resultado de más de 10 días de trabajo continuo y aún falta para el próximo fin de semana. ¿A cuántos nos suena esta rutina? Probablemente a ninguno.
Imagen: Foto propia
Esta semana conocí el trabajo del equipo de Atención Integral de Salud a Poblaciones Excluidas y Dispersas – AISPED de la región Loreto. AISPED es un equipo de profesionales compuestos por un Médico General, una odontóloga, una enfermera, una obstetra y una técnica enfermera. Ellos, hace más de una década, diariamente se suben a deslizadores y navegan por horas en la Amazonía para suplir la falta de infraestructura de salud en estas zonas. Sí, allá no hay hospital, no hay ginecóloga, pediatra ni nada parecido, las vacunas no llegan y no existe conciencia de la prevención de la salud y educación reproductiva.
El equipo arriba a las comunidades para prestar servicios de vacunación y administración de micronutrientes en niños para combatir la desnutrición infantil; ellos aplican profilaxis y cuidado dental; controlan y atienden a la población materno-infantil; detectan enfermedades como la malaria, dengüe, micosis y conjuntivitis tan comunes en nuestra selva; y además, atienden todos los casos de emergencias que puedan solucionar. ¡Qué orgullo escucharlos hablar de su trabajo!
¿Cuántos estaríamos dispuestos a realizar este trabajo? ¿Pocos no? En el año 2013, más de 750 profesionales se comprometieron con esta causa, organizados en 153 equipos llevaron salud a los centros poblados más lejanos de 17 regiones del Perú, donde atendieron a cerca de 770 mil personas.
Más allá de reconocer el admirable esfuerzo de todo este equipo y enorgullecernos al saber que tenemos héroes en el siglo XXI, es necesario hacer cambios en el régimen laboral que se adecuen a esta realidad. No es posible que en casos de haber hecho travesías de más de 30 días, los profesionales al llegar a tierra deban continuar haciendo sus informes de campo, yendo a laborar y haciendo guardias hasta embarcarse en la nueva travesía. Es importante tomar en cuenta que estos profesionales tienen perfiles psicológicos especiales pues deben tener resistencia a trabajar las 24 horas del día, en condiciones no óptimas y separados de sus familias. Por lo tanto, lo mínimo que debería procurar la legislación es compensar estos esfuerzos dándoles salarios diferenciados, pero sobretodo, periodos de gracia para su descanso.
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(*) Economista por la Universidad del Pacifico. Co -autor de publicaciones relacionadas con análisis de infraestructura y poblaciones vulnerables, recientemente, “Lineamientos para promover la inversión en infraestructura en el Perú: 2012-2016”, publicado por CAPECO y “La inclusión de la niñez indígena: repotenciando la Educación Intercultural Bilingüe en el Perú” publicado por la fundación Ford.