Económica

El día más oscuro para las empresas: Reinventarse o perecer

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¿Sobrevivir o extinguirse? El cambio en el entorno lleva a que las empresas reformulen sus modelos de negocio y recurran al Estado con el fin de obtener ayuda ¿Son los últimos años del Capitalismo? Nuestro sistema sufre una de sus peores crisis y, de persistir las malas noticias, estaría a punto del colapso.

Ni aun en las proyecciones más realista o en los modelos que, afanosos de incorporar el mínimo detalle, incluyen un sinfín de variables, se pudo prever que un virus de 200 nanómetros bastaría para poner en jaque a la economía mundial. Gracias a su propagación, nuestra realidad, que parecía inmutable, cambiará de ruta. Es un momento clave, crucial para la economía, donde el más optimista siente pánico y la empresa, tras años de aguas calmadas, solo tiene dos opciones: reinventarse para sobrevivir o ser arrastrado por la corriente.

A decir verdad, las empresas están acostumbradas al cambio, pues cada año en el Perú se modifica alguna política económica, surgen nuevas necesidades y expiran otras, y el cambio tecnológico, tan acelerado, desata la necesidad de innovación. Sin embargo, las empresas atraviesan, satisfactoriamente, aquellos baches, porque, a pesar de todo, el sistema en el que laboran las mantiene con vida. Pero qué sucede con ellas cuando un virus, que ha contagiado a dos millones de personas en el mundo, origina la clausura, casi total, de algunos mercados y la debacle del comercio internacional.

En el Perú, recurrieron al Estado para socorrerse, mendigando por algún decreto que flexibilice las normas laborales o los libere de impuestos. Recordemos que un mercado de competencia perfecta –la utopía que todo economista anhela –las empresas pueden desplegar sus actividades libremente. Pero el libre mercado de Friedman y sus amigos sufre con la presencia de imperfecciones; o, en el peor de los casos, con un mercado profundamente dañado como el de ahora. En estas circunstancias, las empresas vuelven la mirada hacia el Estado para extender los brazos y pedir ayuda. Todo por una simple razón: están desesperadas.

¿Debemos apiadarnos de ellas? Sí. Las compañías, grandes y pequeñas, la están pasando extremadamente mal. No obstante, la teoría nos ha acostumbrado a percibirlas como entidades inhumanas sin otro propósito que maximizar sus beneficios a expensas del consumidor. Y esta visión ha sido agravada por la empresa misma, pues cada vez que se le reclamaba por la contaminación, volteaba el rostro, fingiendo no escuchar; y cuando se protestaba por los derechos laborales, empezaba a parlotear de mala gana.

Ahora bien, las empresas representan elementos vitales para la economía, no hay duda de ello; por tanto, el Estado debe colaborar en lo posible, respetando, claro está, los derechos del empleado y el consumidor. Y las empresas, por su parte, se ven en la necesidad de restructurar sus modelos de negocio con el fin de superar la crisis.

¿El fin del capitalismo?

Cuando el comunismo irradió sus ideas por el mundo, en el siglo XX, cautivó corazones. Eran años donde los jóvenes padecían la “enfermedad infantil del comunismo” y leían a Marx y Lenin, ilusionándose con la paridad clasista. Con el paso de las décadas, la ilusión se fue marchitando: los abusos cometidos en territorio comunista y las inadecuadas políticas llevaron a que el sistema caiga lentamente.

En las antípodas, su eterno contrincante celebraba la derrota comunista.

Con aquella victoria, el sistema capitalista empezó a dirigir el orden mundial. Hoy en día, son muchos los países que ostentan modelos de libre mercado. Al parecer, las ideas de Adam Smith y sus camaradas viajaban sin contratiempos por el sendero de la historia. Sin embargo, estas circunstancias ameritan la reformulación del sistema vigente. El Fondo Monetario prevé una crisis con resultados similares a la Gran Depresión del 29 y no existe Keynes que nos salve ¿Serán estos los últimos años del Capitalismo o superará este nuevo “reto”?

Los fantasmas de Darwin

¿Qué pueden hacer los restaurantes, cines, agencias de turismo y otros sectores, ahora que sus actividades están paralizadas? Primero, resistir el golpe. Luego, reinventarse, innovar, cambiar y aplicar toda la creatividad posible en dirección a un solo objetivo final: sobrevivir.

Por desgracia, el sector empresarial no es conjunto idéntico de compañías. Los gerentes de las grandes –colosales –industrias saben cómo afrontar los cambios en el entorno. Eso explica por qué Coca cola, General Electric o General Motors continúan con vida, a pesar de dos guerras mundiales, el Crac del 29 y la globalización del comercio. Pero qué sucede con las pequeñas empresas peruanas. Aquellas manejadas por gerentes sin mucha capacidad administrativa y que no tienen planeada ninguna estrategia frente a los cambios del entorno ¿Solo se guiarán por el sentido común para tratar de no ser arrastrados por la corriente? Es la supervivencia del más fuerte –o el más preparado.

A esta situación la etiquetaremos como la selección natural de las empresas, donde, al igual que la teoría darwiniana, la modificación del ambiente provocará que solo algunos se adapten al cambio, evolucionen y sobrevivan; mientras que el resto, lamentablemente, se perderá en la extinción.

La civilización se prepara para un nuevo reto y la economía también. Tal vez, en la historia se recuerde que un pequeño virus, el minúsculo David, dio el último golpe para derribar al Capitalismo, el Goliat de la economía.

Fuentes:

RPP (1) (2)

Confiep (3)

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