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Un análisis entre la corrupción, ética y economía en el Perú

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En el conversatorio “Vínculo entre la ética y la corrupción en la gestión pública: caso Odebrecht”, organizado por Económica, Francisco Merino Amand y Dante Urbina analizaron la problemática de la corrupción en el Perú.

El pasado 29 de noviembre, la organización Económica presentó el conversatorio “Vínculo entre la ética y la corrupción en la gestión pública: caso Odebrecht”. Los panelistas se congregaron para analizar y debatir la relación entre los actos de corrupción y la economía peruana. Mediante una reformulación del problema, los expositores buscaron ahondar en un análisis más adecuado.

Entre los distintos debates en materia económica, los ponentes afirmaron que existe un mutuo acuerdo: las instituciones son fundamentales para alcanzar el desarrollo económico. A partir de dicho consenso, la corrupción introduce efectos negativos que debilitan a las instituciones de una región impidiendo que esta se desarrolle eficientemente en su búsqueda de crecimiento económico. No obstante, el descubrimiento de casos de corrupción, como lo sucedido con la empresa Odebrecht y los gobiernos latinoamericanos, se convierte en una oportunidad para combatir y erradicar este mal endémico en los países de Latinoamérica y particularmente en el Perú.

En su vínculo con la economía, se suele afirmar que los casos de corrupción poseen una relación mínima con las cifras económicas. Ejemplificando lo mencionado, días atrás, el presidente del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), Julio Velarde, declaró que los distintos acontecimientos de corrupción sucedidos, últimamente, en el Perú no afectarían a la economía. Sin embargo, las afirmaciones realizadas por Julio Velarde se presentan bajo una visión reduccionista de la economía donde las cifras macroeconómicas (especialmente las que se refieren al crecimiento del PBI) son las variables más importantes.

De acuerdo con los expositores, si se considera un panorama más amplio, los casos de corrupción en el Perú sí logran afectar a la economía del país mediante distintos canales. En primer lugar, la corrupción genera desigualdades entre los ciudadanos. Los agentes con un alto poder económico emplean dicho poder para conseguir beneficios individuales mediante la presión contra el Estado. No obstante, los individuos con bajos recursos económicos no poseen esta facultad. Por tanto, la corrupción es una forma ilegítima de generar que el Estado dirija su atención hacia los intereses de una élite adinerada. En segundo lugar, el problema de la corrupción causa que los programas sociales, en el Perú, se realicen de manera deficiente. Bajo modalidades como la inflación de costos o la desviación de recursos, la corruptela peruana origina la mala calidad de los bienes y servicios ofrecidos por el gobierno. Finalmente, la corrupción es causante del incremento de barreras burocráticas que se encuentran al servicio de actividades delictivas. En conclusión, es evidente que la corrupción sí genera efectos negativos en la economía peruana si esta es vista de una manera multidimensional.

¿La corrupción es un problema del sector público o privado?

El concepto clásico de este problema, empleado en diversos artículos, define a la corrupción como un mal uso de los recursos públicos para la ganancia privada. Por tanto, la definición empleada centra su atención, exclusivamente, en el sector público. Entonces, bajo esta premisa, si se desea reducir los casos de corrupción en una región, se debe de aceptar la doctrina de Estado mínimo, pues esta entidad es el principal causante de la problemática. Sin embargo, esta definición posee un alcance limitado porque obvia a un sector necesario para el análisis: el privado.

Existe una teoría que plantea al obstáculo de la corrupción como un equilibro entre la oferta de sobornos (sector privado) y la demanda de los mismos (sector público). Este enfoque general abarca a ambos sectores de la economía como generadores de actos delictivos que perjudican a un país. Un ejemplo de la teoría es el caso Odebrecht donde la empresa brasileña es la ofertante de sobornos y el estado cumple la función de demandante.

Esta interacción entre los privados y la organización gubernamental se presenta de tres maneras. En primer lugar, se encuentra la corrupción administrativa mediante el pago de sobornos. En segundo lugar, están presentes los casos de corrupción empleando la modalidad de lobby. Finalmente, la captura del Estado, por parte de los privados, surge como una última interacción delictiva entre ambos sectores de la economía.

En conclusión, el conversatorio realizado deja un precedente útil para el análisis de la corrupción, tomándola como un problema profundo con consecuencias relevantes en la economía de un país.

Fuente:

Conversatorio  “Vínculo entre la ética y la corrupción en la gestión pública: caso Odebrecht” (1)

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