Al comienzo de un nuevo gobierno, nos encontramos ante un nuevo entorno en donde la tecnología se encuentra presente en todos los aspectos de nuestra vida y en la cual casi todos de una u otra forma somos parte de una «virtualidad» debido a las circunstancias actuales. Es una realidad que en el país existe una brecha digital que ha puesto en manifiesto una gran problemática en la educación peruana y las acciones que se han venido tomando con anterioridad por parte del Estado.
Es un hecho que el Bicentenario ha tomado el país en medio de un contexto convulso, en medio de una pandemia y un clima político hostil, pero es necesario darle importancia a cerrar esa brecha y aprovechar las posibilidades que nos brinda la tecnología para hacer frente a los retos que se avecinan en un futuro próximo
¿Cómo vamos en la educación?
Es una realidad que, en estos tiempos, las generaciones más jóvenes se caracterizan por ser nativos digitales. El hecho de que el acceso al internet y los dispositivos móviles sea algo intuitivo para estas generaciones hace que la incorporación de la tecnología en educación sea algo vital que aporte muchos beneficios que refuercen el aprendizaje, aumenten el interés de los alumnos en las actividades académicas y mejoren la eficiencia en las aulas.
Ante eso es válido preguntarnos ¿Cuánto ha avanzado el Perú?
Es una verdad afirmar que antes del Covid-19, la incorporación de la tecnología en la educación era muy pobre, no solo en la educación primaria y secundaria, sino además en la universitaria; esto se encuentra reforzado por el hecho de ser un país en el que solo el 40.1% de los hogares tienen acceso a internet (INEI).
Dado esto, la pandemia y sus consecuentes restricciones tomó por sorpresa al aparato educacional peruano, sobre todo a la educación escolar que en un intento de suplir la falta de un estructura de internet poco desarrollada al interior del país, utilizo espacios televisivos del canal del estado para poder impartir las clases correspondientes; y además de esto, la población de estudiantes de todos los niveles sufrieron muchos problemas por lo que aproximadamente 450,000 estudiantes abandonaron sus estudios superiores y alrededor de 230,000 estudiantes dejaron de asistir al colegio (MINEDU), uno de los principales motivos para el abandono de los estudios es el difícil acceso al internet y la conectividad, especialmente en los sectores más alejados y vulnerables de las ciudades.
Ante esto, lo primero que hay que aceptar es que con la proliferación de la educación a distancia a causa del COVID-19, la incorporación de la tecnología se ha vuelto de suma importancia y ha empujado grandes cambios en la educación y trabajar en base a esto. Es importante que en este gobierno haga valer su promesa de internet como un derecho y promueva la inversión y la expansión de la infraestructura de telecomunicaciones; para esto se requerirá todo un planeamiento de proyecto de larga duración y una estructura de implementación que permite cubrir las barreras a la conectividad presentes en el país que según Juan Pacheco, Presidente de AFIN, se proyecta de 30.000 antenas en todo el país al año 2025, entre otras barreras que impiden desplegar proyectos de este tipo.
¿Y el Estado?
La participación de la tecnología en el Estado se puede tratar desde dos puntos: El impulso que el gobierno le da y la presencia que tiene en el aparato gubernamental.
Por un lado, es evidente que, a lo largo de los gobiernos que han ido pasando, ha existo un problema de identificación de los beneficios de la inversión estatal en la ciencia. La constante postergación de los cambios estructurales que se deben llevar a cabo dentro del gobierno no ayuda a la problemática de generar del todo un estímulo a la investigación y el desarrollo de tecnologías dentro del país; es más, esta situación ha derivado en una fuga de cerebros hacia países con una mejor estructura burocrática y una apuesta fuerte por el desarrollo tecnológico.
Se ha observado las intenciones de fortalecer la competitividad y la productividad por parte del Estado a sectores como el agrario y los servicios, pero este enfoque no se destinado al sector tecnológico peruano, el cual está necesitado de una inyección de capital para consolidar una industria atractiva y sólida.
Se ha observado que, dentro del aparato gubernamental, no existen los instrumentos adecuados que dirijan los esfuerzos e iniciativas del gobierno hacia los proyectos científicos, tecnológicos; Los procesos de financiamiento tienen un enfoque muy burocrático que obstruye muchas veces diversas iniciativas. Es una tarea de este nuevo gobierno el crear un ecosistema fortalecido y coherente entre la ciencia y tecnología que ponga en manifiesto las intenciones de una fuerte apuesta en la ciencia y llame la atención de diversos actores científicos para que vean al país como una fuente estable donde poder realizar sus proyectos.
Por otro lado, el desarrollo tecnológico, a través de la transformación digital, por ejemplo, se trata de un proceso prioritario en los países con un PBI más alto debió al gran potencial de este en materia de transparencia, mejorar accesibilidad y rapidez en el acceso a los servicios por parte de los ciudadanos y, además, tiende a agilizar las acciones que toma el Estado. A pesar de estos beneficios, este proceso no se afianza completamente en el sector público peruano.
Según un estudio llevado a cabo por Banco Interamericano de Desarrollo, El 64% de los 718 gerentes públicos latinoamericanos encuestados en los últimos cinco años sufrió dificultades por falta de habilidades en materia tecnológica. Observamos en estos datos, a falta de datas nacionales, que ya a nivel regional existe un profundo problema con la implementación de la tecnología al aparato burocrático.
Ante esto, vemos que es necesario que las políticas y los procedimientos del gobierno se adapten a la incorporación de tecnologías como la introducción de herramientas digitales para poder hacer frente a las debilidades a nivel operativo que sufren principalmente las áreas de gestión del gobierno y que afectan y retrasan el desarrollo y rendimiento normal de sus funciones
En conclusión, un impulso hacia un desarrollo tecnológico fuerte y viable dará al Estado la oportunidad de planificar todo un sistema que pueda abarcar a toda la sociedad y sus puntos vitales; ya que, no solo hablamos de mejorar las herramientas burocráticas, sino ir más allá y tocar el tema educacional y hacer de esta la base para el desarrollo del país. Además, propuestas como la creación de un ministerio de ciencia, tecnología e innovación tecnológica aceleraría este desarrollo.
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Fuentes:
BBVA Research (1)
El Comercio (2)
PlanInternational (5)
La República (6)