Para muchos les resulta insólito que ya conmemorando 200 años de nuestra independencia, nuestro país rico en recursos naturales, en especial, las minerales, presente índices tan altos de pobreza monetaria y poco desarrollo. La encuesta publicada por el INEI (2021) dio a conocer las regiones más pobres del Perú y, para sorpresa de muchos, gran parte de estas albergan importantes proyectos mineros.
Nuestro país que debería de beneficiarse con mayores ingresos por las regalías y canon, enfrenta dificultades en su desarrollo. No solo carece de los servicios básicos, sino que, además, sus ecosistemas se han visto afectados. Estos problemas han generado un clima hostil entre los pobladores y el Estado, incrementándose los conflictos sociales. Por esto y otros motivos, la minería no suele ser vinculada al desarrollo.
En el último reporte del INEI (2021), se presentó a las regiones con mayor porcentaje de pobreza monetaria. Entre las que se encontraron Huancavelica (47,7%), Ayacucho (46,4%), Pasco (44,8%), Huánuco (42,6%) y Cajamarca (42,5%). Un hecho que llama la atención es que además de ser las regiones con peores indicadores de desarrollo, estas albergan importantes proyectos mineros, como Julcani (Buenaventura), Cobriza (Doe Run), Apumayo (Apumayo Company), Pallancata (Hochschild Mining), las minas de Volcan y de las compañías Raura y Antamina -que también benefician a Huánuco- y Yanacocha (Buenaventura).
Estas localidades, que albergan importantes proyectos mineros, reciben millones de soles al año por concepto de canon y regalías mineras. Sin embargo, muchas de estas viven en condiciones de vulnerabilidad monetaria que impiden a sus pobladores satisfacer sus necesidades básicas.
Un ejemplo claro es Cajamarca, que ha albergado importantes proyectos mineros (como una de las minas de oro más grandes de Sudamérica, Yanacocha) desde hace más de una década, ganando cuantiosos ingresos por las transferencias de canon y regalías, pero que no los ha sabido aprovechar en beneficio de su población. A pesar de tener un enorme potencial minero, todas las métricas de pobreza revelan que al menos 4 de cada 10 habitantes de la región es pobre y que además 16 de los 20 distritos más pobres se encuentran en esta región (IPE,2020). En ese sentido, muchos hogares no cuentan con agua potable de calidad, electricidad o una planta de tratamiento de recursos sólidos.
Carecer de esto último, perjudica la salud de sus pobladores, siendo común la desnutrición crónica y anemia entre los pobladores. Otro problema es el déficit en la infraestructura, principalmente, en colegios, carreteras, centros de salud entre otros. A todo ello, se suma la contaminación ambiental como un gran detonante dado que impide a los pobladores desarrollar sus actividades agrícolas y para el consumo. Todos estos problemas han generado un clima hostil entre los pobladores y el Estado, incrementándose los conflictos sociales.
Así como en Cajamarca, otras regiones presentan similares problemas, por ello, muchos de los pobladores no suelen vincular a la minera con el desarrollo. En ese sentido, existen diversas posturas respecto a explicar porque estas regiones mineras no alcanzan el desarrollo. Algunos argumentan que es insuficiente el canon y regalías que reciben los gobiernos locales por parte de empresas transnacionales, otros en cambio argumentan que el problema radica en cómo se distribuye estos ingresos. Lo cierto es que analizar qué factores podrían estar vinculados es vital para que se generen cambios de manera que así la minería se traduzca realmente en desarrollo.
¿Cómo se explica que las regiones mineras no alcancen el desarrollo?
Jürgen Schuldt (2006) menciona que un primer factor que podría estar vinculado es la denominada “enfermedad holandesa”. El incremento de la demanda de un comodity o materia prima como el cobre, plata, o otros desata un boom en la exportación primaria, lo cual conlleva a un aumento masivo en el ingreso y divisas. Esto genera una sobrevaluación del tipo de cambio y a una pérdida de competitividad internacional de los demás sectores económicos, en especial, del sector secundario. Como consecuencia, los recursos migran del sector secundario a los sectores primarios menos transables como la actividad minera. Esto distorsiona la estructura y el desarrollo conjunto de la economía, pues se recortan recursos a los sectores más dinámicos que generan más empleo como es la manufactura, agroindustria o turismo.
Aunque la presencia de la enfermedad holandesa en la economía peruana podría ser la respuesta, otro de los factores que menciona el autor es al efecto empobrecedor que generan las elevadas tasas de ganancias de la actividad minera. En efecto, mayores ingresos originan una sobreproducción de materias primas, tendencia que a larga podría desembocar a un crecimiento empobrecedor. El exceso de oferta hace descender el precio del producto en el mercado mundial y ello nos afecta a nosotros como exportadores de minerales. Esto junto a la volatibilidad los precios generan problemas permanentes en la balanza comercial y una mayor dependencia financiera externa. Esta dependencia no permite que otros sectores crezcan.
La concentración de ingreso y riquezas en pocas manos, básicamente por empresas transnacionales, también es considerado por el autor como uno de los factores determinantes que generan el subdesarrollo. Si bien se les reconoce el mérito de las transnacionales por haberse arriesgado a explorar y explotar los recursos en mención, muchas de estas concentran sus ganancias solo para sí mismas. Aprovechan su sustancial contribución al equilibrio de la balanza comercial para influir sobre el balance de poder en el país, amenazando permanentemente a los gobiernos que se atreven a ir a contracorriente y pretenden asumir una estrategia nacional autodependiente de desarrollo. Ese sentido, la de por sí casi inexistente soberanía nacional se ve debilitada y empuja a los países dependientes de materia primas como el nuestro a solicitar ayuda externa en todos los campos.
Otro de los factores que suscitan el subdesarrollo, según Jaime Borda, secretario ejecutivo de la ONG Red Muqui, es mala gestión de los recursos económicos. Él menciona que la mala gestión y la poca inversión del gobierno central; y por parte de los gobiernos locales y regionales que reciben el canon, genera que estas localidades no alcancen el desarrollo. Borda agrega que no se prioriza los proyectos para cerrar las brechas en cuanto a servicios básicos y, además, no generan el empleo deseado. (Santos y Zapata,2021)
En efecto, la lógica de que el dinero podría resolver los problemas del desarrollo local demuestra sus errores; pues, por lo general, la transferencia de recursos queda en manos de cúpulas de poder locales que utilizan las ganancias para prevalecer sus intereses personales. Por lo que, la existencia de corrupción en los tres niveles de gobierno un factor determinante en el subdesarrollo. Muestra de ello es que, en el Perú, muchos de los alcaldes regionales son investigados por corrupción. De acuerdo con el Sistema de Recompensas del Ministerio del Interior, la llamada lista de ‘Los más buscados’ por la policía incluye por lo menos a 36 alcaldes, entre distritales y provinciales, además de dos exgobernadores regionales (La República). La mayoría de estos acusados por delitos como lavado de activos, peculado, colusión, cohecho o enriquecimiento ilícito.
En suma, lo mencionado son solo algunos factores que generan círculos viciosos cada vez más perniciosos para el desarrollo de un país. Por ello, una tarea pendiente es lograr que las inversiones mineras se traduzcan en mejores condiciones de vida para todos. Para lo cual, debería haber participación de la población local de manera activa y, sobre todo, en igualdad con las empresas y el gobierno. De manera que la población tenga el derecho a vetar proyectos que estén envueltos en temas de corrupción o incumplan normas ambientales, con ello se logrará un desarrollo distinto de la actividad.
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Fuentes:
El Ojo Público (1)
Schuldt, Jürgen (2004) ¿ Somo pobres porque somos ricos? Recursos naturales, tecnología y globalización. (4)